A veces, algunas palabras tienen “mala prensa” de forma injusta. La auditoría es un ejemplo: en realidad, es una herramienta clave para tomar decisiones sólidas y respaldadas en información confiable.
La auditoría es tanto una herramienta de dirección como de gestión. Esta actividad profesional incluye tareas específicas para recolectar información, evaluar situaciones y emitir conclusiones profesionales que pueden convertirse en propuestas de mejora. Para ello, el proceso puede incluir entrevistas, observación, revisión de documentación y validación de datos, incluso consultando a terceros, siempre según los objetivos y el contexto.
Existen auditorías especiales para evaluar la gestión, la calidad de productos y servicios, y el estado de situación de una empresa como paso inicial para planificar la innovación.
¿Por qué auditar antes de innovar?
Entender la situación actual es crucial para definir en qué y cómo innovar. Aquí algunos ejemplos de las preguntas que guían la auditoría: ¿Qué recursos tiene la empresa o la persona? ¿Existen restricciones? ¿Quiénes acompañarían el proceso y quiénes podrían mostrar resistencia? ¿La cultura de la organización fomenta la creatividad y la innovación? ¿Los directivos están abiertos a recibir asesoría externa?
Responder estas preguntas permite tomar decisiones y diseñar un plan de innovación realista y efectivo.
En muchos casos, las personas desconocen sus recursos intangibles, como su capacidad para crear o innovar, y no conocen las herramientas legales para proteger sus ideas, marcas, modelos industriales o derechos de autor. Es común que consulten por registrar una idea, aunque en realidad no existe un “registro de ideas”, sino formas de proteger cómo esa idea se expresa: en una marca, un libro, o un modelo artesanal o industrial.
En conclusión, es importante desterrar el mito de que la auditoría es algo negativo. Todo lo contrario: es una herramienta que ayuda a tomar decisiones fundamentadas y no arbitrarias, y puede ser la base para nuevos proyectos y la innovación.